
Y es que al El Trauco se le conoce como aquel brujo, chico y feo que pasaba sus días encaramado sobre los árboles a la espera de lanzarse sobre alguna de las inocentes jovencitas que daban un paseo por el bosque. Ante la mirada ?matadora? del Trauco, las niñas -pese al miedo y las ganas de escapar- se quedaban cautivadas ante sus ojos y caían rendidas ante él, en un profundo y alucinante sueño de amor.
Al despertar, las ya no ?tan ingenuas? niñas, al ver sus ropas y sus cabellos, se daban cuenta de que estaban extrañamente desordenados y revueltos. Saben que ?algo? ha ocurrido en sus cuerpos y presas del pánico corren a sus casas a dar cuenta a sus padres de que han sido víctimas del ?hechizo? del Trauco
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